Chiara
Tras avisar a Adrián de que me quedaría en casa de Laura, comenzó el plan. Laura y yo nos prestamos para grabar tres podcasts que jugarían el papel de instrucciones a seguir. Después, fuimos a Madrid para comprar ropa acorde al concierto y espráis de colores para pintarnos el pelo.
Estábamos realmente orgullosos de cómo lo habíamos organizado y montado. No teníamos dudas de que sería efectivo 100 % y de que no habría fallas en nuestro proceder. Ahora quedaba la parte más difícil, decirle a un GEO que habíamos montado un plan un tanto controvertido sin contar con la policía, teniendo a uno de ellos en casa.
La puerta del garaje se cerró y me quede pensativa en el coche. Había previsto varios saludos, estaba segura de que con pronunciar una palabra con un pequeño temblor, me delataría. Practiqué varias veces con seguridad: «Estoy de vuelta»; «estoy de vuelta»; «¡estoy de vuelta!». Perfecto, sonaba bien.
Volví a tomar aire antes de entrar en el hall de la casa.
—Estoy de vuelta —pronuncié quizá un poquito más agudo de lo que había ensayado.
—Bienvenida, bruja. ¿Todo bien?
«Joder, ¿ya? Si solo he pronunciado tres palabras». Estaba jugando a la consola y ni se había vuelto a mirarme.
—Sí, claro, ¿por?
—Porque has tardado mucho en entrar en casa desde que has apagado el coche.
—¿Cómo? ¿Me mides el tiempo que tardo? —pregunté impresionada.
—No, pero lo normal es que no tardes tanto, se apaga el motor y al poco entras, hoy has tardado más. —Giró la cabeza y me miró.
—Ah —me limité a emitir.
Vi que depositaba el mando sobre la mesa. Y hasta ahí había llegado mi secreto, en cuanto me mirara, descubriría algún microgesto que me delataría. Debía pensar rápido para contar la historia intentando salir bien parada.
—Uy… —pronunció con una voz muy ronca—, mira que había pensado que venías cargada con bolsas o te habías entretenido con algo en el coche, pero esa cara…
—¿Qué cara? —intenté fingir sin éxito.
—No sonríes, tu entrecejo se ha arrugado momentáneamente dos veces y tus ojos han rastreado toda la habitación sin observar absolutamente nada. ¿Ha pasado algo?
Solté el bolso en el suelo, tomé aire y fui hasta el sofá, me senté a su lado sobre mi pierna derecha.
—A ver… Verás… Escucha…
—Me estás asustando, bruja. —Me tomó de las manos y me solté rápido. Las necesitaba para gesticular. Su rostro se ensombreció.
—No seas agorero. Empiezo por el principio.
Comencé a relatar desde el minuto uno dos días antes. Expliqué nuestro plan con todo lujo de detalles. Hice hincapié en que habíamos gastado mucho dinero en las entradas y en ropa.
—¿Esto es una broma de algún tipo? —preguntó estupefacto.
—¿En serio? ¿Crees que es una broma? ¿Crees que vamos a jugar con la integrad de Lola y su bienestar? —contesté indignada.
—Vale. —Se frotó la cara—. Comprenderás que no os puedo permitir llevar a cabo este plan adolescente de película americana de sobremesa…
—Adrián.
—Pero, ¿te haces una idea de dónde os estáis metiendo? —Se levantó exaltado—. Es una banda criminal, no se andan con tonterías, disparan y fin. No puedo dejar que os pongáis en peligro y os llevéis a Lola por delante. Parece mentira que, precisamente tú, des vía libre a esto. ¿Es que no significo nada? ¿Qué pensaste que pasaría?
—Pues pensé que pasaría esto, pero reflexiona… ¿Quién en su sano juicio se va a imaginar que cinco jóvenes colgados van a dar el cambiazo en un baño? Ellos os estarán esperando a vosotros, cuando comprueben que no estáis, se relajarán. —Este argumento me lo había dado Laura y parecía funcionar porque relajó el gesto—. Obviamente que íbamos a contar con vosotros porque, ¿qué hacemos con Lola cuando salgamos de allí? Eso sí puede ser peligroso, que nos sigan, que corran más que nosotros… Ahí estamos vendidos, pero antes…
—Es una locura. —Iba de lado a lado del salón. Su cabeza iba a explotar buscando opciones.
—Además, ya no nos podemos echar atrás, ¿cómo avisamos a Lola? Ya hemos borrado el usuario y todo, y repetir la operación sí que podría ponerla en peligro. Tenemos que seguir con el plan establecido.
—¿Y si alguno de vosotros se pone nervioso y se delata?
—Tú déjame a mí, les echaré una charla tipo coach y les amenazaré si es necesario, aunque no creo que fallen, ellos lo hacen por Lola, nosotras por Roberto. Que…, por cierto, no se debería enterar… Porque entonces es cuando sí nos ponemos en peligro.
Llenó sus pulmones y los vació con fuerza. Fue hasta el perchero y se puso la cazadora.
—¿Te vas? —pregunté con tono de sorpresa.
—Sí, voy a ver si consigo dar cobertura a eso —movió la mano con desprecio— que habéis montado. No sé si vendré a dormir. Te prometo que cuando vuelva te lo contaré todo y habremos barajado todos los posibles imprevistos.
Puse los ojos en blanco y le lancé un beso. Me guiñó un ojo a la vez que negaba y reía.
Echó dos llaves a la cerradura y me quedé con una rara sensación de amargor y victoria. Llamé a Ventu para informarle, con palabras clave, de que todo había salido a pedir de boca. Lo peor que nos podría haber sucedido era que nuestro plan fuera totalmente aniquilado por el GEO, pero inexplicablemente, aun a regañadientes, lo había aceptado.
Me quedé dormida en el sofá del cansancio creado por el estrés, ni cené. Adrián no volvió esa noche y dormí sola con varios episodios de desvelos. A eso de las ocho me llamó por teléfono.
—Bruja, ya está todo listo. Como en casa y te cuento todo.
—Vale, te he echado de menos —susurré con un puchero.
—Y yo a ti —colgó.
Como había prometido, cuando llegué de trabajar había un despliegue de comida china sobre la mesa del salón. Comenzó a relatar el operativo con muchas palabras técnicas.
—Lo importante viene en el momento en el que tus amigos te dan a Lola. Tú esperarás en una de las salidas, la que nosotros te digamos, deberás informarles del lugar exacto. También deben hacerse con el móvil, te lo darán y lo dejarás sobre el capó del primer coche por el que pases. Debe ser un movimiento muy sutil. De ahí te dirigirás a un piso franco. Hay cerca uno en alquiler, desde administración están intentando hacerse con él. Cuando lo confirmen, todo será más fácil. Nosotros estaremos en la zona con vigilancia intensiva dispuestos a intervenir en el momento que sea oportuno. Habrá que ensayar un poco el plan y repasarlo las veces que haga falta hasta que os quede bien claro a todos. Ya os informaremos de cómo y cuándo nos reuniremos. Debemos andarnos con cuidado, no podéis aparecer por la base, podría delataros.
—Vale, ¿y Roberto? ¿Se van a ver en el piso?
Se quedó pensativo.
—No había pensado en eso. Sí, puede ser una opción —dudó.
—No podemos dejar allí sola a Lola y… yo pinto poco, no la conozco.
—Sí, tiene que ir Roberto… Habrá que engañarlo…, llevarlo hasta Alcalá y…
Me eché a reír.
—Se me ha ocurrido algo muy loco. Roberto no va a subir a un piso así como así. —Negó dándome la razón—. Tú serás el cebo.
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